La Facultad de Bellas Artes

XIX



En los años que estuve en la facultad de Sevilla, a finales de los 80, existía una continua disputa entre los alumnos sobre la elección de un lenguaje abstracto y el más puro realismo. A medida que avanzaban los cursos, entendíamos que entre el blanco y el negro existe una gama de grises: la elección no era tan drástica, y con suavidad, cada uno iba construyendo su propio idioma plástico. La Historia del Arte posee su particular “ley del péndulo”: lo nuevo nace y lo antiguo lo tacha de reaccionario, lo nuevo se va imponiendo hasta superar a lo antiguo y desde su pedestal se venga de lo antiguo tachándolo de trasnochado. Pero lo nuevo olvida que el tiempo lo transformará en el siguiente antiguo. ¡Qué estúpidas me resultan las luchas entre abstracción y figuración! ¿Por qué hay que encerrar la Pintura en moldes? Que cada uno se exprese libremente como quiera; eso sí, pero que luego el artista, que ha hecho uso de su libertad de expresión, no pretenda arrancarle la libre opinión al espectador, y que éste tampoco lo haga con el artista.

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