XXI Me siento en mi sillita plegable a pintar un pequeño paisaje. Hay que salir del estudio para mirar la realidad. El mundo real, como la vida, supera con creces la ficción. La imaginación necesita a la realidad para desarrollarse; es la masa de la pizza, aunque pintes abstracción. El sitio donde me siento no lo he escogido al azar, me estaba esperando desde que lo vi en aquel paseo… Por un lado, soy un afortunado por mi trabajo y los demás me lo recuerdan con sus comentarios; pero el trabajo de pintor también es duro, como todos. Ya está, he comprobado que me he traído hasta el trapo que se me olvidó la última vez. Miro al frente, valoro sin pintar, los colores, tonos, la luz…; pienso en la composición, en cómo situar los elementos en la pequeña tablita preparada con un color base: sobre el blanco no puedo pintar. Para un pintor el blanco es una luz alógena a dos centímetros de los ojos. Este momento previo es muy importante, se entabla un diálogo interno; hay pintores que, sin darse...
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