Los pinceles
Para mí cada pincel
es un misterio. Son como los seres humanos. Tienen sus edades, sus momentos de
esplendor, sus cambios de ánimos, sus enfados, enfermedades, algunos son
vanidosos, otros humildes y callados, los hay serenos, nerviosos, dominantes,
impactantes, tristes, orgullosos, tímidos, cínicos, falsos, generosos,
decepcionantes o sorprendentes e inesperados. Los hay fríos y precisos,
anárquicos e ingobernables, en fin, abarcan todos los actos y formas de ser del
comportamiento humano.
Un pincel nuevo no
tiene por qué ser mejor que un veterano. Los pinceles se educan. Me puedes
decir que en realidad es el artista el que aprende a conocerlo, pero no es así;
un pincel se domestica. (continuará)
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